Logotipo de Sopeña de Curueño

BARDINOS

En el mes de julio de 1750, Sopeña hubo de atenerse, conforme a Real Orden, al cuestionario presentado por don Juan de Valcárcel, abogado de los Reales Consejos y juez subdelegado para las diligencias llevadas a cabo con el fin de establecer la llamada "Contribución Única", también conocida como "Catastro del Marqués de la Ensenada".

Vista del pueblo (Marta Eva)

Este último personaje fue encargado, como ministro de Hacienda de Fernando VI, de la unificación de las contribuciones y tributos antiguos. Se designan peritos a dos vecinos, quienes han de contestar a cuarenta preguntas sobre cuestiones diversas, tales como el nombre de este lugar, existencia o no de tabernas, mesones, molinos, industrias, etc. Igualmente, han de medir los terrenos y expresar sus calidades, árboles frutales y producción, plantíos y terrenos incultos. Quiénes son los propietarios, descripción de cada fina, así como croquis de la misma.

A la primera pregunta se contesta que el lugar es llamado SOPEÑA DE CURUEÑO.

A la segunda pregunta: "Sobre si es de realengo o de señorío, a quién pertenece, qué derechos percibe y cuánto producen", se contesta que "no es de realengo y a la Excma. Casa y Estado de Thoral, señorío del que depende, se le pagan cada año doce fanegas de pan mediano, o sea: 36 heminas de trigo y centeno por foro perpetuo o señorío, y 300 maravedíes por vasallaje de las aguas y foro perpetuo".

A continuación, entre una larga y prolija descripción de las fincas, se dice lo siguiente:

"La Excma. Casa y Estado de Thoral tiene en poder del común y vecinos de SOPEÑA una tierra centenal de secano, donde llaman VALDEMORÍN, de noventa heminas, lindante toda ella con campo público". "Otra tierra en VALDEMORÍN, centenal secano, de 96 heminas, de mediana calidad, lindante con campo público". "Otra en donde llaman LA LLAMOSA, centenal secano de 90 heminas y mediana calidad, lindante toda ella con campo público".

Por estas heredades eran pagadas, anualmente, por los vecinos de SOPEÑA las doce fanegas de trigo y centeno, y trescientos maravedíes por foro perpetuo.

 

El foro

Era un tipo de contrato, por el cual el dueño de una tierra cedía la explotación de esta a un campesino, a cambio de una renta, censo o foro y una cierta dependencia vasallática. La renta debía ser de un determinado producto.

Nos cuenta la historia que el castillo de Aviados fue solar de los Guzmanes, linaje de ilustres personajes en los campos de las Letras y las Armas, a través de los tiempos. Como una figura notoria en tal sentido, se destaca a don Ramiro Núñez de Guzmán, señor del castillo de Aviados, del Condado del Porma, de las villas de Toral y de los valles del CURUEÑO y Boñar. Dirigió el movimiento comunero y, tras los sucesos de Villalar, fue condenado por Carlos V a la pena capital, logrando huir y refugiarse en Portugal.

Sus casas y palacios en Vegas del Condado, Vegaquemada y Toral de los Guzmanes fueron confiscados, junto con sus bienes, y destruido el propio castillo de Aviados. A instancias de su esposa, fue perdonado por el rey en 1527, constando en el Archivo de Simancas la devolución de parte de sus bienes a sus hijos. Falleció en Cáceres, en 1556.

En 1663, otro noble descendiente, don Ramiro-Felipe Núñez de Guzmán, figura en documentación de la época como Señor de la Casa Guzmán, Duque de Sanlúcar la Mayor y de Medina de la Torre, Conde de montañas de Boñar, valle del CURUEÑO y concejos de los Cilleros, etc. Todos estos títulos dan idea del poder que, de nuevo, tenía este linaje.

Tras la decadencia del Monasterio de Sahagún, a finales de la Edad Media, llegó el cambio del señorío eclesiástico y SOPEÑA, junto con los demás lugares del CONCEJO DEL VALLE DEL CURUEÑO (desde LA CÁNDANA a BARRIO DE N» SEÑORA) pasaban entonces a depender de los Guzmanes.

Llegada la desamortización de los Austrias, las abadías y monasterios perdieron parte de sus bienes, que fueron a parar a la nobleza. Los nobles nombraban jueces y merinos, e imponían tributos propios. Además de los impuestos reales, los vecinos de SOPEÑA pagaban impuestos a la Casa de Toral de los Guzmanes y a la iglesia. Esta situación dio lugar a numerosas quejas.

Isabel II, en 1837, suprimió los señoríos, García Carraffa, en "Diccionario Heráldico y Genealógico", nos cuenta que: "Perdidos los derechos que les habían reportado poder y cuantiosos ingresos, les quedaron las propiedades personajes y los títulos nobiliarios.

A finales del siglo XIX queda ya lejos el poderío de los Guzmanes. En matrimonios sucesivos se mezclaron con otras casas y los herederos perdieron la relación con los antiguos vasallos. Se enajenaron finalmente las propiedades.

En el primer cuarto del siglo XX, se venden las propiedades en el entorno de SOPEÑA y otros lugares próximos. Los firmantes no son ya Guzmanes, sino Duques de Uceda y Frías.

 

Los foros en Sopeña

Desde siempre, en SOPEÑA se recueda, y así nos lo han contado, que los foros debían ser recaudados cada año por un vecino, el cual los llevaba a entregar al administrador en la panera que el marqués tenía en su palacio de Vegas del Condado.

Junto a este texto, reproducimos una de las últimas listas del reparto del foro. Corresponde al año 1912. Se incluye al cura, por entonces don Francisco Lario. En ella se puede observar el reparto, expresado en celemines, medios celemines y cuartillos con los que cada uno tenía que contribuir. Una vez repartido y recaudado, el vecino cargaba el grano en su carro y lo llevaba a Vegas.

Con cierto, se cuenta que uno de nuestros antepasados que figura en esta lista, concretamente el vecino MARIANO GÓMEZ, propietario de la mejor pareja de bueyes (con razón, porque era el dueño de la sierra y el molino), con ocasión de lo que en la vecindad terminó por llamarse "llevar el pan a Vegas", llegó con su carro y sus bueyes un día alrededor del de San Miguel, de cierto año de principos del XX a Vegas del Condado para entregar el foro. Como quiera que no fue recibido con los mejores modales, y ya cansado de esperar, pronunció una frase que quedó para la posteridad: "LOS MIS BARDINOS NO VUELVEN MÁS AQUÍ".

Desde entonces, a los naturales de SOPEÑA siempre se les llamó "BARDINOS".