Logotipo de Sopeña de Curueño

BATALLAS DE BARDINOS Y PAPUDOS

Manuel Rodríguez Díez, Agustino

Pues no, no van las cosas por donde cree el malpensado que esto comience a leer. Cierto que es legendaria la amistosa animosidad que entre las dos tribus arriba mencionadas ha existido por años, dando lugar a sonadas algaradas entre la juventud de los lugares de asentamiento de las tribus, La Cándana y Sopeña, algaradas que suplían como entretenimiento a la tele y la radio que llegarían mucho más tarde. Pero es menos conocida la unidad que, a la hora de defender sus derechos, demostraron los dos pueblos en lucha de siglos contra sus vecinos de Vegaquemada, Otero, Ranedo, La Vecilla, Pardesivil, Campohermoso, Pardavé, Llamera, Lugán y otros.

De esto quiero ocuparme en este artículo. La información está tomada de un voluminoso manuscrito conservado en el ayuntamiento de La Vecilla y que es copia del original supuestamente guardado en los archivos de la Cancillería de Valladolid. Para hacer más fácil su lectura, las citas están transcritas en grafía y ortografía modernas.

Vista del ValleLa escasa superficie de tierras en el valle del Curueño convertía a los montes en fuente importante de ingresos para las familias bardinas y papudas. Hoy casi parece imposible a los más jóvenes, pero los que no lo son tanto recordarán perfectamente cómo dichos montes, además de proveer a los habitantes de combustible en forma de excelente leña, eran arados y sembrados, además de ofrecer buen pasto a sus ganados. De ahí que defener los linderos que demarcaban la propiedad de cada pueblo en los montes se convirtió en causa continua de litigios y peleas, siendo éstas últimas a veces bastante serías. Como el que sigue, hay numerosos testimonios: "La misma noche, los pastores criados del dicho Juan de Riero que guardaban el dicho ganado recogidos dentro de una cabaña do tenían su majada para las dichas vacas, estaban dentro del dicho término de Caravedo: el dicho concejo y vecinos de La Cándana les pusieron fuego a la dicha cabaña y se la deshicieron y quemaron, diciendo y jurando que habían de quemar a los dichos pastores porque guardaban y traían el dicho ganado y amajababan dentro de dicho término de Caravedo, y les dieron cientos de golpes de lanzas estando dentro de la dicha cabaña". ¡Como para andar de paseo por los montes de La Cándana en una noche de luna! Los alanceados, de paso, eran de La Vecilla.

En 1522 las cosas habían llegado a tales extremos que los concejos de La Cándana y Sopeña -los pueblos más peleones aunque, sin duda alguna, era el primero el que más batallitas buscaba- acudieron a la justicia real demandando que, de una vez por todas, se aclarasen los linderos de los terrenos de cada pueblo afectado. Y es a partir de ese momento cuando La Cándana y Sopeña actúan como una piña, defendiendo sus derechos de forma mancomunada. Lo que ignoraban nuestros antepasados era que se metían en un litigio que, aunque parezca mentira, en realidad todavía no ha terminado en 2008.

La Audiencia de Valladolid nombró al "señor bachiller Saucelle, teniente de alcalde mayor de la Ciudad de León" Juez Comisario para escuchar las alegaciones de las diferentes poblaciones y pasar sentencia. Cada pueblo presentó ante el juez argumentos en defensa de sus pretendidos derechos, haciéndolo La Cándana y Sopeña conjuntamente. Por ejemplo, los procuradores de Vegaquemada y Pardesivil, Tomás Velasco y Pedro de Laya, tras jurar que las arcas o mojones que ellos indican son los que realmente delimitan los terrenos de cada pueblo, solicitan del juez que "por vía de reconvención y mutua petición o como mejor de derecho haya lugar, nos haga cumplimiento de justicia de los dichos vecinos y moradores de los dichos lugares de La Cándana y Sopeña... que no perturben y molesten a sus partes, dando para ello suficiente caución; y más los condene en los intereses que se han seguido a los dichos mis partes de la molestia y fuerza que les han hecho y de las prendas que les han tomado, que podrá ser cuarenta cargas de pan, y las prendas dos ducados".

Tras escuchar a todos, que no se ponían de acuerdo en nada, el bachiller Saucelle dictó sentencia el 24 de julio de 1522, y con ella abrió una nueva caja de Pandora de la que escaparon las semillas de disputas que habían de durar siglos. Los "enemigos" de Sopeña y La Cándana opinaron desde el principio que la sentencia era demasiado favorable a estos dos pueblos, miesntras que nuestros abuelos opinaban que la sentencia les perjudicaba. Y esto dio origen a juicios y sentencias sin número, a apelaciones y contra-apelaciones continuas. En la sentencia aparecen toponímicos que han llegado a nuestros días: Caravedo, Vocendino, Busfifer, Corollas, Fuente y Salguera de Prado Mejil, Fuente del Cuévano, Cariacedo... No gustó a los bardinos y papudos, por ejemplo, que Saucelle decidiese que "los vecinos de Pardesivil puedan ahora y para siempre jamás, entrar con sus ganados en el término del Ucedo y tomar agua en dicho término y sestear y volverse a dormir entre los dichos términos, y que puedan labrar en la Cabeza de Valdefinela y en la Lomba de los Collados... junto con (la gente de) los dichos lugares de La Cándana y Sopeña..."

El 6 de octubre de 1545, los concejos de Sopeña y La Cándana presentan un alegato contra la sentencia del bachiller Saucelle en lo que a límites con Pardesivil se refiere. En este alegato aparece un Ramiro Núñez, "vecino que fue de la ciudad de León", que parece haberse apropiado de tierras que tanto Pardesivil como La Cándana-Sopeña consideran suyas. El tal Núñez no sólo parece haberse apropiado de tierras de loss pueblos, a los que exigía pagasen pecho o tributo, sino que hasta parece haber ocupado tierras que pertenecían al obispo de León, don Pedro Manuel.

El 9 de febrero de 1546, los de Pardesivil contraatacan y presentan a su vez una apelación contra los argumentos de La Cándana y Sopeña. En ella aparece de nuevo el Ramiro Guzmán del que dicen que "si alguna vez le pagaron alguna renta fue contra su voluntad por fuerzas y miedos... por ser como era en aquel tiempo muy poderoso y los dichos mis partes pobres y pocos". En la misma fecha hacían también apelaciones contra lo solicitado por La Cándana y Sopeña los concejos de Ranero (sic), Otero y La Vecilla. De nuevo aparece aquí el famoso Guzmán, del que se menciona la sentencia que se dio "contra los dichos adversos (La Cándana y Sopeña) y contra Ramiro de Guzmán, cuyos eran los dichos lugares de La Cándana y Sopeña."

Vista verdeEn 1550 es Vegaquemada quien arremete contra Sopeña y La Cándana "por molestarles y fatigarles en perjuicio de la posesión en que habían estado y estaban al tiempo que se había comenzado el pleito, porque les prendaban a los pastores y ganados que tenían en los términos". Visto esto, el mismo año de 1550 se dicta una sentencia interina que afecta a Vegaquemada, Candanedo, Sopeña y La Cándana por la que "debemos mandar y mandamos que entre las dichas partes se guarde y cumpla la sentencia en este pleito dada y pronunciada por el bachiller Saucelle, juez de comisión de Sus Majestades", refiriéndose a la de 1522. Pero que si quieres: las cosas no sólo continuaron igual, sino que las desaveniencias se agudizaban. ¡Como para meterse con los bardinos y los papudos!

El 13 de enero de 1553, visto que la situación no cambiaba, "por los dichos nuestro presidente y oidores (de la Audiciencia de Valladolid) se dio auto mandando que, para mejor proveer y determinar, se hiciese, a costa de las dichas partes (Pardesivil, La Cándana y Sopeña), mapas y pinturas de los términos, montes y aprovechamiento sobre los que el pleito era..." Sospecho que ni el presidente ni los oidores tenían la menor idea de cómo estarían nuestros montes en enero, lo que explica que manden a un comisario, Tomás de Cevico, y a un pintor (hoy le llamaríamos algo así como topógrafo), Pedro de las Oteras, para que, acompañados por Pedro del Barrio y Juan de Rivero, procuradores de La Cándana, y Baltasar García y Juan Bayón, que representaban a Sopeña, se fuesen a reunir con los que por parte de Pardesivil ostentaban los mismos cargos, Benito Pérez, Hernán Pérez, Hernán Gutiérrez y Bernabé de la Moya. Equipo de cuatro contra cuatro, dado que Sopeña y La Cándana actuaban como una unidad. Y, una vez todos juntos, ¡hala, echa monte arriba! ¡Un enero de 1553! O sea, ¡un enero de los de antes! El comisario y el "pintor" debieron acabar hasta el gorro, pues no había forma de que los procuradores de los pueblos afectados se pusieran de acuerdo en qué sitio estaban los mojones o qué formaban éstos. El Mojón de Mariblanca, el Mojón de la Cabeza de Fuente Muriel, el agua del Valle de Ucedo, el arca de la Cabeza de Fuente o la de Corollas... todos, sin excepción, de inamovibles no tenían nada. Al contrario, parecían tener movimiento propio, dado que nunca estaban en el sitio que debían estar; eso, naturalmente, según opinasen los de Pardesivil o los del equipo papudo-bardino. Para más fastidiar a los delegados reales, todos los procuradores de los pueblos exigían que apareciese en acta su protesta. "Luego, los procuradores de La Cándana y Sopeña dijeron que lo negaban todo, y que no tienen (los de Pardesivil) ningún aprovechamiento en el dicho término y no había para qué pintarse, y lo pidieron por testimonio". Dada la época del año, el día era corto, así que volvieron a casa quedando en continuar el "paseo" por los montes unos días más tarde, como así hicieron, aunque la nueva excursión tampoco sirvió para convencer a nadie.

Anecdóticamente, así como el nombre de Sopeña aparece siempre escrito bien, el de La Cándana recibe algunas variantes: Cándena, Candanedo -algún despistado, claro-, Cándina, Cárdena...

Y pasamos pagina, muchas, muchas páginas porque, de otra forma, podríamos acabar como el Espasa. Y saltamos a la última de que disponemos, la 578 del manuscrito del que hemos sacado esta información, fechada en 1761 y en la que leemos: "Don Carlos, por la gracia de Dios rey de Castilla, de Aragón, de León (siguen los numerosos títulos de la corona española... menciona a todas aquellas autoridades a las que pueda interesar el asunto... pasa a mencionar los pueblos afectados por el pleito y sus procuradores, entre ellos) "los regidores, concejos y vecinos de los lugares de La Cándana y Sopeña, juridicción del valle del Curueño... sobre que se declarase si dichos concejos, regidores y vecinos de los lugares de Otero, Ranero (sic) y La Avecilla tienen o no derecho a pastar, cortar, rozar y labrar en comunidad con los vecinos de La Cándana en los montes titulados Vocendino, La Mata de Vega, La Mata del Figal, Fueros y Bustifel..." y aquí se acaba el libro. bueno, se acaba la copia a la que me he referido al principio, dado que el original debe estar guardando el sueño de los justos en algún anaquel de los archivos de la Cancellería de Valladolid.

En fin, que la historia, constatada por escrito desde 1522, pero comenzada, sin duda, mucho antes, prueba, por una parte, lo peleones que fueron nuestros antepasados; por otra, lo inteligentes que eran cuando decidieron que, peleando en unión, eran mucho más fuertes. Dejaban para sus descendientes peleas mucho más prosaicas. Olvidaba algo. El pleito no ha acabado todavía. Si no, que lo digan los forestales de 2008 a quienes se ha encargado dilucidar dónde están algunos de los límites entre La Cándana y Campohermoso. ¿Por qué...? Porque la creación de un coto de caza en los montes candaneses, que originará unas entradas de importancia, ha traído a la memoria de los de Campohermoso que tienen derechos de uso en parte de las zonas del monte que quedarán integradas en el coto. Y, si eso es así, quizás tengan derecho a parte de los beneficios que el coto origine. ¡Y pensar que creíamos que el pleito estaba acabado!