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SOLDADO EN ULTRAMAR

Isidro González Díez

En este espacio, destinado a la historia de Sopeña, es hoy nuestro protagonista Rufino González-Bocinos García, hijo de Martín y Urbana, nacido el 13 de marzo de 1859. Cuando apenas contaba veinte años, en marzo de 1879, ingresó en caja para servir como soldado en ultramar por el tiempo de cuatro años.

El 17 de octubre de 1879, formando parte de la 1ª Compañía, del 6º Batallón, del Regimiento de Infantería Aragón número 14, embarcó en Santander, en el Vapor Gijón, con destino a Cuba. Llegaba al puerto de La Habana el 2 de noviembre siguiente. Cuatro largos años habían de transcurrir hasta que regresara al mismo puerto de Santander. De todas formas, él tuvo suerte, muchos no regresaron.

Cuba, uno de los últimos territorios del antaño vastísimo imperio español, es quizás, por el mismo motivo, el más estrechamente vinculado en el recuerdo y en la nostalgia. El eco de las habaneras se escucha en muchos pueblos marineros de España y quedan para la historia amarillentas fotografías de soldados con traje de rayadillo, sombrero de ala ancha, barba de collar y bergantines surcando el mar Caribe.

En esta historia menuda intentamos acercanos a aquélla contienda, que supuso la pérdida de las últimas colonias. Los esfuerzos de Cuba por conquistas la independencia de España duraron casi todo el siglo XIX, a través de diversas insurrecciones. Cuentan las crónicas que sólo llamada Guerra de los diez años, que terminó en febrero de 1878, le costó a España 140.000 hombres y gran cantidad de dinero. Le siguieron luego la nombrada como "guerra chiquita" de 1879 y las diversas insurrecciones de 1883 y 1885. La voladura del "Maine", acorazado de los Estados Unidos, atracado en el Puerto de La Habana, en febrero de 1898, fue el desencadenante de los trágicos acontecimientos posteriores, que culminaron con la independencia de la isla.

Rufino sufrió, como tantos otros españoles, las penalidades de una guerra lejana al servicio de la Patria. Los historiadores relatan que el calor y las enfermedades, en situaciones muy difíciles en las que llegó a faltar de todo -barcos, municiones y hasta camas en los cuarteles-, diezmaron a las tropas españolas hasta el extremo de que, para los cubanos, los mejores generales de la revolución en La Manigua eran los meses de julio y agosto.

Volviendo a nuestro hombre, a su llegada a la isla fue destinado al poblado de Mayarí, y trasladado en 1880 a Arroyo de Aguas, donde participó en las operaciones de campaña y persecución de guerrilleros, que fueron dispersados por completo, incautándoseles armas y municiones. El 22 de julio regreso a Mayarí, donde prestó servicios hasta final de año.

"En propuesta aprobada por Orden de 15 de enero de 1881, se le concede la Cruz Roja Sencilla del Mérito Militar, por su valor y abnegación tras seis meses de operaciones".

A finales de mayo de 1881 fue destinado al Regimiento de Infantería de la Corona nº 3, como consecuencia de la nueva organización dada al Ejército de las Islas. En junio se incorpora a la plaza de Baracoa, quedando en dicho lugar de guarnición y servicio de destacamiento hasta in de 1881.

1882.- El 2 de julio embarca en el Vapor "Tomás Broot" para continuar las operaciones en otros lugares de la Isla hasta final de año.

Según Circular número 146, de 16 de agosto del referido año, "se le conceden las gracias en nombre de S.M. el Rey, (q.D.g) Don Alfonso XII, por los servicios prestados en las últimas campañas de esta Isla".

1883.- En 23 de febrero embarca, esta vez a bordo del Vapor Avilés, para Santiago de Cuba, desde donde se trasladó al Cobre, al qeu había sido destinado su Batallón.

El 25 de junio de 1883 se expide "licencia absoluta para separarse del servicio y por cumplido". Retorna a Sopeña en setiembre de 1883, cuando contaba 24 años de edad.

Dedicado a las labores del campo, contrae matrimonio en 1886 con Beatriz Bayón Díez, vecina de Sopeña, siendo sus descendientes Álvaro, Guadalupe, Aureliano, Francisco, Asunción, Eulogio, Esperanza y Manuel.

Álvaro González-Bocinos Bayón, el hijo mayor de Rufino y Beatriz se casó con María Dolores Castañón Díez, hija de Marceliano y Margarita, emigrando más tarde a Argentina.

La cronología de estos acontecimientos sólo pretende ser un homenaje en el recuerdo -cuando se cumplen 150 años del nacimiento de nuestro paisano Rufino- a aquel joven valiente, que sobrevivió a las penalidades de una dura campaña en el ejército español de ultramar.

Hablamos aquí de otros tiempos y, aunque cada generación vive su propia vida y no la de sus antepasados, es tarea común conservar el patrimonio cultural de un pueblo. De todos es sabido que la sociedad, para progresar, ha de sustentarse en su herencia y en la memoria.

Sirva este relato como gratitud a aquellos antepasados nuestros que guardaron un trozo de pan para cuando no lo había o se calentaron con un rayo de sol para que sus hijos tuvieran un futuro mejor.

Fuentes: Historia de España. La Ilustración Española y Americana. El Ojo Gráfico. Archivos Nacionales.